Nevero que bloquea el camino |
Sorteamos el nevero y llegamos al refugio de La Carihuela. Una pena no haber llegado a dormir al refugio, porque además de haber sitio, había unos granadinos con una botella de pacharán a la que no le hubiésemos hecho ascos.
Refugio de la Carihuela |
Me quedé en el refugio esperando a que el resto del grupo hiciera cumbre en el Veleta (3.398 m.), pues no quise forzar la rodilla, así que me queda pendiente esa cumbre, una razón más para volver.
Cima del Veleta |
Retomamos la marcha con una bajada muy dura buscando cómo subir a la cresta que une el refugio de La Carihuela con el refugio Elorrieta, entre los tajos de la Virgen y del Nevero, haciendo varios picos de más de tres mil hasta Elorrieta.
Sendero hacia los Tajos de la Virgen |
En toda esta zona tuvimos que emplearnos bastante a fondo, porque los trepaderos eran muy duros, había que ayudarse con las manos para ascender, no había suelo y por lo tanto había que saltar de piedra en piedra, pasando por algunos desfiladeros bastante peliagudos, uno de los cuales nos obligó incluso a quitarnos las mochilas, que nos desequilibraban bastante y podían hacernos caer al fondo del valle. Afortunadamente no había llovido, pues creo que nos hubiese sido imposible pasarlo con la roca mojada y resbaladiza.
Pasos complicados |

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Cada vez mas estrecho |
El Refugio Elorrieta, a sus 3.197 m. es el más alto de España, debiendo su nombre a un antiguo Director General de Montes, D. Octavio Elorrieta. Refugio que fue construido entre los años 1931 y 1933 bajo un ambicioso proyecto (contaba con un grupo electrógeno para su iluminación, calefacción e instalación de agua), pero que a causa de la climatología (las fuertes ventiscas en invierno y los contrastes de temperaturas en verano), el paso del tiempo y la mano del hombre, lo han dejado en el estado tan lamentable en que en la actualidad se encuentra. Constructivamente hablando consta de dos partes, una exterior abovedada y otra excavada en la roca en donde existen varias galerías.
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Refugio de Elorrieta |
Nos contaron, tanto arriba en el refugio, como la taxista que nos recogería al final del camino, que también en Elorrieta hubo una comunidad de monjes que cuidaban tuberculosos. Sin embargo, no he sido capaz de encontrar ninguna referencia histórica al respecto.
El refugio Elorrieta tuvo varias reformas cuando pasó a manos de la FAM, Una de ellas fue la reconversión del antiguo refugio de ingenieros de montes en refugio para montañeros federados.
En este enlace se puede hacer una visita guiada por el refugio:
www.youtube.com/watch?v=reLRUO2_UTQ
Me pareció escandaloso que la Junta de Andalucía lo tenga en un estado tan lamentable. Quizás a los políticos de la Junta haya que explicarles, en sus cortas luces, que el refugio no es del franquismo, sino anterior (de hecho resultó dañado en la Guerra Civil), y aunque sólo fuera por respeto a los obreros de Lanjarón que construyeron lo más parecido que he visto a una calzada romana (La Vereda Cortá) para dar acceso a la reforestación, deberían conservarlo con dignidad. Es sin duda un ejemplo de la historia local y de esfuerzo colectivo.
En Elorrieta estuvimos charlando con un montañero de la zona que nos dijo que debíamos evitar la cresta de los tres miles que teníamos delante, por lo que bajamos hasta la laguna de Lanjarón y tomamos la calzada de piedra que se hizo para la reforestación (Vereda Cortá), y en la laguna Bolaños, empezamos a subir a media ladera por el paso de las cadenas hasta la laguna de las Puertas y hacia arriba hasta el refugio del caballo (2.860 m.) donde paramos a almorzar sobre las tres. Tiene unas vistas preciosas que disfrutamos mientras dábamos cuenta de los bocadillos, frutos secos, orejones y dátiles.
Dejamos en el refugio lo que nos quedaba de comida para que fuese aprovechada por algún otro montañero y continuamos por la que sería la última subida fuerte del día, para pasar entre el Cerro del Caballo (3.011 m.) y otro pico más al este y empezar la larga y empinada bajada hacia Lanjarón.
La fuerte pendiente por la que baja el río Lanjarón, hacía que en época de mucho deshielo o fuertes lluvias, se arrasaran cortijos y sembrados. Esto originó que a partir de 1.929 y durante tres años más, se iniciara un fallido proyecto de reforestación de la zona en la que se construyeron varios refugios para los trabajadores, tanto para guarecerse en invierno como para los encargados de regar las plantaciones en verano. De este proyecto son también los refugios de Peñón Colorao, Caballo ,Cerrillo Redondo, y Ventura (pasaríamos por allí esa tarde y veríamos que está cayéndose. Por supuesto, en vez de arreglarlo, han escombrado la entrada para que nadie entre, por el riesgo de derrumbe, tanto, que me pareció un horno de hacer picón).
Rio Lanjaron con el Cerro del Caballo al fondo |
Para frenar esta acción se dictaría la Real Orden del 9 de Octubre de 1928 que encargaba al Instituto Forestal de Investigación y Experiencias redactar un proyecto; este sería aprobado por Real Decreto el 16 de Julio de 1929 y conllevaría la creación del Instituto Forestal de Lanjarón y la adquisición por parte de este de 2.500 hectáreas con una cota de altitud de 3.200 metros.
Este proyecto proponía escalonar la vegetación con distintas especies vegetales para observar los resultados (y evitar así la deforestación). A este escalonamiento iría también aparejado el de los refugios para albergar a los obreros y el personal facultativo.
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Antonio y Nicolas en el paso con cadena |

Una parte de la bajada la hicimos siguiendo el curso de una acequia de las muchas que hay por toda la sierra, ¡más de 550 Km! El primer documento conocido sobre repartos de agua, data de 1.139, no obstante su mayor avance no llegaría hasta los siglos del XIII al XV. Alguna puede ser de origen probablemente premusulmán, aunque su desarrollo e impulso se debe a los árabes. Muchas siguen hoy dando servicio, como la que estamos siguiendo para bajar, pero las más altas e inaccesibles están ya abandonadas. Impresiona pensar cómo, con los medios de la época, se podía siquiera llegar a pensar en hacer semejante gesta. La cantidad de mano de obra necesaria, los medios para subir materiales, los pocos meses al año en que se podía trabajar, la falta de oxígeno a tanta altura, la dura climatología, la inaccesibilidad de cualquier medio de transporte, etc, hacen que sea admirable el logro de conseguir semejante red hídrica. En cualquier caso, había lo necesario: piedras, mano de obra, mulas, y sobre todo, tiempo.

Los guardianes del refugio |
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Refugio del Caballo |
Tienen estas acequias un triple cometido para aprovechar las aguas del deshielo. Por una parte, el riego de bancales, en su gran mayoría abandonados, pero visibles muchos restos de antiguas terrazas y el riego de pastos de verano para poder subir el ganado a los borreguiles y vaquerías, el de surtir de agua a las localidades de abajo, y un sofisticado sistema de recarga artificial de acuíferos.
Bajando por la acequia |
Desde el refugio Ventura bajamos varios kilómetros hasta la toma de agua de los helicópteros contra incendio, donde nos estaba esperando la mujer del taxista. Eran poco más de las siete de la tarde y el reto estaba conseguido. Habíamos recorrido la cresta de Sierra Nevada en tres días. Con un par, y con la insustituible labor de Borja interpretando el detallado mapa que nos guiaba.
Refugio Ventura muy deteriorado |
El taxista le había dicho a su mujer que nos recogiese a las tres. Como se tarda una hora desde Lanjarón por carriles bastante malos, la buena señora había salido sin comer para estar con tiempo. No contaba con que su marido se había equivocado de hora y tuviese que esperar a que llegásemos más de cuatro horas y media en mitad de la nada y con mucho calor. Cuando llegamos, estaba de un humor excelente.
Llegada al coche |
Qué gusto encontrar a gente así y qué lección de alegría de vivir.
Y al que haya tenido la santa paciencia de llegar hasta aquí, hay un enlace donde se puede ver el itinerario seguido: http://www.nevasport.com/phorum/read.php?10,2519383
Y por fin llegamos a Lanjarón, donde nos tomamos una merecidísima cerveza Alhambra Especial, cumpliendo, en su orden, las tres reglas de la montaña:
1º Volver, y volvimos.
2º Volver sin perder la amistad, y volvimos con la amistad ensanchada por el compañerismo y el esfuerzo compartido.
3º Subir a la cima, y no sólo subimos, sino que bajamos y subimos a otra, y a otra, y…
Muy bien narrado Pedro, es como si hubieses ido con la Espasa en la mochila. Desde luego sois admirables. Enhorabuena
ResponderEliminarTremendísima crónica. Enhorabuena... especialmente a Borja. ¡Mucho Titi!
ResponderEliminarFélix.