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viernes, 27 de septiembre de 2013

Llegada Refugio Postero Alto


El jueves 19 de Septiembre, salimos con retraso sobre el horario previsto (para desesperación de Antonio Revillas y Tomás Fernández Halcón) con destino Granada.

Empezábamos uno de los retos más impresionantes y más brutales que he hecho nunca, más duro aún de lo que había imaginado en las reuniones que, cerveza en mano, habíamos tenido para planificarla: cruzar de este a oeste Sierra Nevada por la cuerda de la cordillera en tres días en vez de los cuatro o cinco recomendados, a más de tres mil metros, haciendo cima en los picos principales incluyendo el Mulhacén, la montaña más alta de la península con 3.480 m, abasteciéndonos de agua por el camino, durmiendo en ruta bajo cero… y todo, con una mochila de más de 15 kilos.

Tren Grananda-Guadix
Recogí junto a Nicolás Ybarra a Tomás y a Antonio y nos pusimos en marcha. El plan era quedarme con Antonio en Granada para comprar la intendencia del viaje mientras Nicolás y Tomás se iban a dejar el coche a Lanjarón, donde deberíamos encontrarlo al final de la última etapa y se volvían a Granada en autobús para vernos todos en la estación de tren e irnos a Guadix. En la estación nos reuniríamos con Borja Pérez-Lombard Martín de Oliva, que venía en tren desde Sevilla. Una logística perfecta trabajada por Nicolás, que a punto estuvo de irse al traste por el retraso del autobús de Lanjarón.

En el tren cogimos un compartimento para nosotros solos y nos repartimos la comida y las tiendas de campaña para compartir el peso. Cuando el revisor nos vio con las bolsas y los mochilones, nos pidió que no pusiésemos nada por en medio.Cuando volvió a pasar, teníamos todo el equipo repartido en cinco montones por todo el vagón más toda la basura de cartones y plásticos de la compra en un sexto montón. Puso cara de infinita paciencia y no dijo nada más.


En Guadix nos esperaba un taxista que nos llevaría a Jerez del Marquesado. Allí cambiaría su coche por un todo terreno que nos subiría hasta el refugio del Postero Alto, a 1.880 m. de altitud, desde donde al día siguiente empezaríamos la ruta.

Llegamos ya de noche y nos acomodamos. Este refugio está todavía cerrado pero dejan abierto una estancia/dormitorio llamada "los lobos" por si algún montañero lo necesita. Estábamos de suerte y no había nadie durmiendo allí, así que estuvimos muy cómodos. Encendimos los frontales y empezamos a preparar la cena. Fuera, una luna espectacular, que nos acompañaría durante toda la excursión, iluminaba el Picón de Jerez, nuestro primer tres mil de la Integral.

Habitación Los Lobos (Postero Alto)

Tuvimos una cena muy divertida, a base de queso, chacinas, vino tinto, y buena gente. Nos metimos en los sacos temprano. Mañana nos esperaba un día largo y a las seis y media de la mañana había que estar en planta.

Cena en el Portero Alto
Yo dormí bastante mal y salí del refugio a las cuatro y media de la madrugada. El silencio era impresionante, y la luna lo iluminaba todo. Casi no hacía falta la luz del frontal.

¿Integral 3000?


Pero… ¿por dónde íbamos a andar?

Durante la travesía, nos preguntamos cómo se formó Sierra Nevada. En este enlace se explica su origen: www.youtube.com/watch?v=lokEgwvMO48

Las Cordilleras Béticas están formadas en el seno del gran sinclinal alpino situado al mediodía de Europa, con los sedimentos de la era Primaria y Secundaria, en los que se mezclaban arcillas, granos de cuarzo y óxidos de hierro. Los depósitos acumulados en el fondo de este sinclinal, cubierto por las aguas marinas hace más de 200 millones de años, constituyeron un considerable espesor, oscilando entre 3.000 y 4.000 metros, sometidos a las enormes presiones de las profundidades, que formaron y transformaron las rocas sedimentarias.

Cuerda por donde cruzamos la Sierra (Vista desde Granada)
En la segunda mitad de la era Terciaria, en el Plioceno, comienza el abombamiento de los materiales ya plegados en anteriores movimientos orogénicos y va emergiendo poco a poco del nivel de las aguas, todo ello provocado por los movimientos netamente terciarios como toda la formación alpina que, iniciando su presión en el sur, fue desplazándose después en sentido septentrional hacia la meseta castellana, que actuó a modo de gran muralla.

En el refugio del Caballo, yo defendía que esas montañas se deberían haber creado de una forma muy violenta por el choque de las placas, frente a la opinión de algún otro, creo que Tomás, de que fue poco a poco a lo largo de millones de años. Magnífico lugar este para reconocer mi error.

Este abombamiento, respecto a la construcción de Sierra Nevada, es efectivo hasta el punto de rotura. Es decir, en principio se originó el curvamiento y después de éste la rotura, deslizándose los materiales unos encima de otros, formando las características fallas.

Bueno, bueno… algo de violencia sí que hubo, jajaja.

Un problema aún no perfectamente solucionado es el que se refiere a grandes masas de terrenos trasladadas a la región de Sierra Nevada por desplazamientos considerables, que inclusive alcanzan distancias de 50 kilómetros. Sin embargo, la moderna geología parece definirse afirmativa en este hecho, al comprobar en Sierra Nevada la existencia de terrenos característicos en la zona de Motril.

A causa de su aislamiento y altitud, desde el fin de la Glaciación de Würm el macizo ha quedado como refugio de innumerables plantas y endemismos impropios de las latitudes mediterráneas en las que se sitúa, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente de España, 66 especies vegetales vasculares endémicas y otras 80 especies animales propias del lugar.

Existen referencias a Sierra Nevada desde la antigüedad. Plinio el Viejo ya mencionó en el siglo I la existencia del monte Solarius en la zona fronteriza entre las provincias romanas de Hispania de la Bética y la Tarraconense. Durante la época visigoda, Isidoro de Sevilla habló del monte Solorio, derivado de mont Oriens, «monte en el que luce el sol antes de salir». Posteriormente, diversos autores islámicos la mencionan, denominándola unos Yabal Sulayr (monte del Sol o del Aire), Yabal-al-Tay (monte de la Nieve), y otros simplemente monte Sulayr. Otras denominaciones posteriores han sido monte del Sol, del Aire y del Sol, de la Nieve y también Sierra de la Helada, siendo a partir del siglo XVIII bautizada de la forma en que es conocida hoy en día: Sierra Nevada.

En total, hicimos cima en estos 15 tres miles, aunque pasamos por muchos parajes que también están por encima de esta cota:

Picón de Jerez (3.094 m),

El puntal de Juntillas (3.140)

Pico de los Cervatillos (3.113 m.)

Puntal de los Cuartos (3.152 m.)

La Atalaya (3.139)

Pico del Cuervo (3.152 m),

Cuneta de Vacares (3.002 m),

Puntal de Vacares (3.146 m.),

La Alcazaba (3.366 m),

Mulhacén (3.483 m),

Veleta (3.392 m),

Tajos del Nevero (3.228, 3.242, 3.225, 3.213 m),

Croquis de la Integral de los 3000

Viernes (1er día)

A las seis y media estábamos ya todos en pie, desayunamos, rehicimos las mochilas y conseguimos empezar la marcha a las siete y media con los frontales encendidos. Empezaba un amanecer radiante a pesar de las previsiones de lluvia que, aunque poca, daban todas las páginas que habíamos consultado. Tuvimos la suerte de que no nos lloviera en toda la excursión, aunque todo el mundo nos prevenía que allí en la montaña es muy impredecible el tiempo y puede cambiar de repente.

Salida del Refugio

Subimos por el cortafuego desde el refugio y discutimos por dónde atacar la cima, si por el barranco que traía una corriente de agua por nuestra izquierda, o seguir subiendo por la ladera.


Subiendo por el Barranco Alhori


Optamos por la segunda opción. La pendiente era impresionantemente inclinada y, al igual que mucho del camino que tendríamos por delante, era de piedras sueltas que casi nos impedían subir, como si estuviésemos subiendo una empinada duna de arena, resbalando en cada paso.

Jerez del Marquesado al fondo

Serpenteando hasta el Picon de Jerez

Por fin, a la una de la tarde, conseguimos nuestro primer tres mil desde el norte: el Picón de Jerez,

Descanso en el primer 3000
El 8 de marzo de 1960, un avión militar norteamericano tuvo que aterrizar de emergencia junto al Picón de Jerez del Marquesado, a 2.600 metros de altitud. El piloto y otro ocupante se presentaron en el pueblo y se hicieron entender doblando una hoja de periódico con forma de avión. Lo estrellaron y entonces las 'fuerzas vivas' del pueblo entendieron lo que había ocurrido. Dio comienzo entonces un rescate histórico que cambió la historia de Jerez del Marquesado y que nadie por allí ha olvidado 50 años después.

Antonio Lorente y Manuel Porcel fueron dos de los que se lanzaron a la montaña a pesar de la tormenta que azotaba Sierra Nevada. Lucharon durante horas contra la oscuridad y la ventisca, pero conocían la montaña palmo a palmo: "Recuerdo haberlo pasado mal, a veces nos quedábamos enterrados hasta el cuello en nieve y nos teníamos que sacar unos a otros", dice Antonio. Encontraron el avión semienterrado en la nieve en la Piedra del Lobo, justo bajo el Picón. "Cuando entramos, la escena era un poco dantesca. No estaban heridos de gravedad, pero daban alaridos de dolor".

Seis hombres llegaron al aparato y se dividieron, de forma que tres se quedaron a pasar la noche con los heridos y los otros bajaron al pueblo para indicar la posición del avión. Al hacerse de día, bajaron a los once marines que estaban en mejores condiciones y llegaron hasta el 'Posterillo', donde había algunos vehículos que los transportaron al pueblo. Pero aún quedaba una docena de hombres en el avión a los que había que atender. Decenas de personas subieron entonces a la sierra para seguir con el rescate, que se extendió durante varios días, hasta que los 24 ocupantes del avión quedaron a salvo.

Hasta el pueblo llegaron aquellos días las máximas autoridades de Granada, del Ejército y hasta del Ejército norteamericano, que como muestra de gratitud donó el avión al pueblo de Jerez, que se encargó de bajarlo pieza a pieza ya en verano. El embajador americano también visitó el pueblo, para lo que los vecinos engalanaron los balcones al estilo de la película 'Bienvenido Míster Marshall'. Después de aquello, los americanos quisieron mantener el contacto con los vecinos y enviaron víveres durante años. (Extracto del diario El Ideal de Granada).

Como curiosidad, comentar que el pueblo vendió la chatarra del avión costeando así la acometida de agua corriente.

Cartel conmemorativo accidente del avión

Cima del Picon de Jerez


CIMA DEL PICÓN DE JEREZ.

Una vez ganada la cota, los siguientes tres miles vinieron pronto, aunque con esfuerzo, pues la orografía nos obligaba a bajar de tanto en cuanto.

Puntal del Juntillas

Atravesando un nevero

Seguimos el cresteo por la loma de Jerez y a las 13,40 hicimos cima en el Puntal de Junquillas (3.143 m.), posteriormente coronamos el pico de los Cervatillos (3.113 m.) y a las 14,30 la Atalaya (3.139 m.), donde almorzamos con unas vistas fantásticas: bocadillos de salchichón, chocolate, frutos secos, e incluso alguno se animó a sacar el infiernillo y hacerse un café.

Relaxing

Cima de la Atalaya
Continuamos a través del collado de las Buitreras hasta la cima del Pico del Cuervo (3.152 m.), bajamos bastante cota, accedimos al Collado de Vacares (3.002 m.) para volver a bajar y atacar lo que sería la parte más penosa del día: el Puntal de Vacares (3.146 m.), tras donde nos esperaba la zona prevista de acampada.

Pasos tortuosos

Vista de la cuerda



Íbamos ya muy tocados, con cansancio acumulado, y con la incertidumbre de quedarnos sin luz en esa zona tan escarpada, y con algunos pasos peligrosos, pero por fin, sobre las siete de la tarde, pudimos hacer cumbre.
Subiendo al Puntal de Bacares

Puntal de Bacares (ultimo 3000 del día)

Iniciamos entonces una durísima bajada donde perdimos 350 metros de cota en muy poco espacio para llegar a la laguna Baja de las Calderetas (2.850 m.) ya prácticamente de noche, por lo que no nos paramos a coger agua, y seguimos bajando hasta la laguna del Goterón (2.800 m.), donde pernoctaríamos. Nicolás y yo fuimos a por algo de agua hacia arriba para poder hacernos la cena, aunque me volví antes para ayudar a Borja a montar la tienda.

Cena en Laguna del Goteron

Cenamos Sopistan calentito con cus cus, bocadillos, mucha agua, y nos metimos enseguida en los sacos.

Habíamos marchado durante 13,30 horas subiendo varios tres miles y bajando a varios valles para luego volver a subir y terminar con un duro descenso hasta la zona de acampada. Momento confesión. Esa noche llegué bastante preocupado. Pensaba que a lo mejor no era el momento de haber hecho la Integral y que podía entorpecer a mis compañeros: en primer lugar las botas, que las tenía sin domar y esperaba problemas en los pies en cualquier momento, en segundo lugar, las lesiones que arrastro, que ya este año hicieron que se me bloqueara la rodilla y pensaba que se me repetiría porque era el mismo tipo de dolor, y en tercer lugar, me faltan tres uñas desde la carrera del Moncayo, una de ellas la del dedo gordo del pie derecho, que al supurar me hacía sufrir mucho en las bajadas, que son muy pronunciadas. Afortunadamente no tuve ampollas, lo de la rodilla no fue a más, y de la uña mejor no hablar. Agradezco desde aquí la paciencia de mis compañeros.

Sábado (2º día)

Nos levantamos a las 07,30 con mucho frío. Los pequeños regajos que había cerca de donde acampamos estaban cubiertos de hielo, y el silencio era espectral, todavía con la luz de la luna.


Nicolás, Tomás y yo subimos durante un rato hasta encontrar el sitio donde la tarde anterior habíamos visto agua corriendo para llenar las cantimploras, tres litros por cabeza hasta encontrar el siguiente punto de abastecimiento. Desayunamos barritas energéticas, café con leche en polvo y galletas mientras amanecía en la sierra. Hasta casi las nueve no arrancamos. Hoy veríamos los primeros humanos desde el jueves.

Descendiendo por el Barraco de Las Calderetas
Nuestro objetivo próximo era la imponente montaña de La Alcazaba (3.366 m.) Para alcanzarla, había dos posibilidades directas, una el Paso del Canuto, que nos obligaría a hacer escalada contra los precipicios que habíamos visto el día anterior, y desechamos la idea porque nos pareció muy insensato intentarlo con las mochilas tirando de nosotros hacia el vacío, y el paso del Zigzag, que ninguno sabíamos cómo se accedía, por lo que decidimos la tercera posibilidad: dar la vuelta al macizo, y subir desde la piedra del Yunque a los tajos del Goterón, una interminable trepada por la Loma de la Alcazaba dejando el Peñón del Globo al sur, a nuestra izquierda, para terminar acometiendo La Alcazaba (3,366 m.), que culminamos sobre las 12,00 de la mañana.

Buscando la loma de la Alcazaba

Una vez arriba, nos hicimos las fotos obligadas y rezamos un Padrenuestro por la pronta recuperación de Guillermo, el hijo de nuestro compañero de montaña y amigo Quique Flores, y giramos hacia Siete Lagunas, bajando por el Colaero.

Alcazaba con el Mulhacen al fondo

Si las subidas de esta sierra son imponentes, las bajadas lo son aún más.

Bajada a Siete Lagunas por el Colaero


Impresionante y larga bajada hasta Siete Lagunas. Todo lo que fuera perder cota nos contrariaba mucho, pues significaba que tendríamos que ganarla otra vez.

Siete Lagunas
Aunque ya estaba advertido de su espectacularidad, creo que es, sin duda, el lugar más bonito que he visto jamás. Parece increíble que tengamos un sitio así tan cerca de casa del que ni siquiera había oído hablar hasta que empezamos a reunirnos para poner en pie la ruta. Se trata de un valle donde el agua del deshielo va formando lagunas de agua cristalina que al rebosar, alimentan la siguiente, y así hasta el infinito, pues la superficie de las lagunas que hay delante se confunde con el horizonte al haber por detrás un cortado y hace el mismo efecto de esas piscinas de diseño que parecen que no tienen borde. Espero poder acampar allí con las niñas alguna vez.

Bajamos junto con un montañero de Granada que nos enseñó dónde manaba agua helada debajo de una piedra al comienzo de las Siete Lagunas. Rellenamos allí las cantimploras de un agua riquísima.

Bajamos media hora más para almorzar sobre las tres de la tarde en la Laguna Hondera (2.900 m.), una de las siete que da nombre a este valle, y poder encarar la Cuesta del Resuello para subir al Mulhacén, el pico más alto de la península. ¿Otra vez vas a decir que es el más alto de la Península? Sí, otra vez, y lo subimos.
Laguna Hondera en Siete Lagunas
Comimos bocadillos de salchichón y queso, fuet con regañás, dátiles, orejones, frutos secos y mucha agua.

En cuanto terminamos de comer, me hice un apaño de esparadrapo en la uña del dedo gordo del pie y encaramos la Cuesta del Resuello para subir al Mulhacén.

Poco a poco fuimos ascendiendo en zigzag los 582 metros de altura que nos separaban de la cima del Mulhacén, unos metros muy arduos por el peso de las mochilas. Hacía frío, pero sudamos y bebimos en cantidad, y en algo menos de dos horas estábamos en la cumbre del Mulhacén. El esfuerzo había valido la pena y la vista era más que impresionante. A los dos lados se podía ver media España, aunque duró poco porque empezó a subir la niebla, que precipitó el comienzo del descenso, después de hacernos las fotos de rigor y rezar un Padrenuestro por Guillermo frente a la Virgen de las Nieves.


Cima Mulhacen
Bajamos por la otra cara de la montaña en un largo descenso en zigzag hasta el valle, dejando a nuestra derecha el refugio de la Caldera, donde ya había montañeros acampados.

Se nos iba la hora y todavía quedaba mucho que andar. Cogimos la pista que nos llevaría hasta la Carihuela, donde podríamos descansar y cenar.

Andamos unos 10 kilómetros, dejando a nuestra izquierda el refugio de Cuatro Vientos, en una sucesión de desniveles, tanto hacia arriba como hacia abajo, mientras iba cayendo la tarde y entrando la noche.


Camino del Refugio de la Carihuela
Nuestro objetivo era dormir en el refugio de La Carihuela (3.200 m.), y si no había sitio, acampar a su amparo a los pies del Veleta, pero al llegar, ya de noche, no pudimos franquear un nevero que taponaba el camino de acceso y no nos atrevimos, por la falta de luz, a subir el pico que nos hubiese dado paso al otro lado de la montaña, ya que pensamos que no era lo más prudente trepar de noche con la luz de los frontales. Eso nos obligó a vivaquear a los pies del nevero para poder pasar al día siguiente al otro lado y subir al Veleta.

Eran ya las nueve de la noche cuando decidimos parar. Hacía un frío muy intenso, algo de viento helado, y estábamos todos tocados, sobre todo Antonio que tenía bastante fiebre. Quede recogido en esta crónica que en ningún momento del día se le pudo oír a Antonio nada parecido a una queja. Nicolás y Borja rellenaron agua donde se deshelaba el nevero.

Montamos las tiendas, nos pusimos ropa seca, y cenamos dentro de las tiendas: Sopistan con cus cus, pasta con carne, chocolate, frutos secos y mucha agua. La tienda la pusimos donde pudimos, ya que el terreno era muy pedregoso y estaba inclinada, por lo que dormimos poco y mal escurriéndonos hacia abajo.
Espectacular Noche con el Mulhacen de fondo

Habíamos marchado durante 12,30 horas subiendo varios tres miles, entre ellos el Mulhacén.

Domingo (Ultimo día)

A las 07,30 nos levantamos con mucho frío, desayunamos barritas energéticas, frutos secos y café con leche en polvo, rascamos el hielo que se había acumulado durante la noche del techo de la tienda, recogimos los bártulos y empezamos a las 08,30 nuestro último día de ruta.

Nevero que bloquea el camino

Sorteamos el nevero y llegamos al refugio de La Carihuela. Una pena no haber llegado a dormir al refugio, porque además de haber sitio, había unos granadinos con una botella de pacharán a la que no le hubiésemos hecho ascos.

Refugio de la Carihuela

Me quedé en el refugio esperando a que el resto del grupo hiciera cumbre en el Veleta (3.398 m.), pues no quise forzar la rodilla, así que me queda pendiente esa cumbre, una razón más para volver.

Cima del Veleta

Retomamos la marcha con una bajada muy dura buscando cómo subir a la cresta que une el refugio de La Carihuela con el refugio Elorrieta, entre los tajos de la Virgen y del Nevero, haciendo varios picos de más de tres mil hasta Elorrieta.

Sendero hacia los Tajos de la Virgen

En toda esta zona tuvimos que emplearnos bastante a fondo, porque los trepaderos eran muy duros, había que ayudarse con las manos para ascender, no había suelo y por lo tanto había que saltar de piedra en piedra, pasando por algunos desfiladeros bastante peliagudos, uno de los cuales nos obligó incluso a quitarnos las mochilas, que nos desequilibraban bastante y podían hacernos caer al fondo del valle. Afortunadamente no había llovido, pues creo que nos hubiese sido imposible pasarlo con la roca mojada y resbaladiza.


Pasos complicados



Cada vez mas estrecho

El Refugio Elorrieta, a sus 3.197 m. es el más alto de España, debiendo su nombre a un antiguo Director General de Montes, D. Octavio Elorrieta. Refugio que fue construido entre los años 1931 y 1933 bajo un ambicioso proyecto (contaba con un grupo electrógeno para su iluminación, calefacción e instalación de agua), pero que a causa de la climatología (las fuertes ventiscas en invierno y los contrastes de temperaturas en verano), el paso del tiempo y la mano del hombre, lo han dejado en el estado tan lamentable en que en la actualidad se encuentra. Constructivamente hablando consta de dos partes, una exterior abovedada y otra excavada en la roca en donde existen varias galerías.

Refugio de Elorrieta


Nos contaron, tanto arriba en el refugio, como la taxista que nos recogería al final del camino, que también en Elorrieta hubo una comunidad de monjes que cuidaban tuberculosos. Sin embargo, no he sido capaz de encontrar ninguna referencia histórica al respecto.

El refugio Elorrieta tuvo varias reformas cuando pasó a manos de la FAM, Una de ellas fue la reconversión del antiguo refugio de ingenieros de montes en refugio para montañeros federados.

En este enlace se puede hacer una visita guiada por el refugio:

www.youtube.com/watch?v=reLRUO2_UTQ

Me pareció escandaloso que la Junta de Andalucía lo tenga en un estado tan lamentable. Quizás a los políticos de la Junta haya que explicarles, en sus cortas luces, que el refugio no es del franquismo, sino anterior (de hecho resultó dañado en la Guerra Civil), y aunque sólo fuera por respeto a los obreros de Lanjarón que construyeron lo más parecido que he visto a una calzada romana (La Vereda Cortá) para dar acceso a la reforestación, deberían conservarlo con dignidad. Es sin duda un ejemplo de la historia local y de esfuerzo colectivo.

En Elorrieta estuvimos charlando con un montañero de la zona que nos dijo que debíamos evitar la cresta de los tres miles que teníamos delante, por lo que bajamos hasta la laguna de Lanjarón y tomamos la calzada de piedra que se hizo para la reforestación (Vereda Cortá), y en la laguna Bolaños, empezamos a subir a media ladera por el paso de las cadenas hasta la laguna de las Puertas y hacia arriba hasta el refugio del caballo (2.860 m.) donde paramos a almorzar sobre las tres. Tiene unas vistas preciosas que disfrutamos mientras dábamos cuenta de los bocadillos, frutos secos, orejones y dátiles.

Dejamos en el refugio lo que nos quedaba de comida para que fuese aprovechada por algún otro montañero y continuamos por la que sería la última subida fuerte del día, para pasar entre el Cerro del Caballo (3.011 m.) y otro pico más al este y empezar la larga y empinada bajada hacia Lanjarón.

La fuerte pendiente por la que baja el río Lanjarón, hacía que en época de mucho deshielo o fuertes lluvias, se arrasaran cortijos y sembrados. Esto originó que a partir de 1.929 y durante tres años más, se iniciara un fallido proyecto de reforestación de la zona en la que se construyeron varios refugios para los trabajadores, tanto para guarecerse en invierno como para los encargados de regar las plantaciones en verano. De este proyecto son también los refugios de Peñón Colorao, Caballo ,Cerrillo Redondo, y Ventura (pasaríamos por allí esa tarde y veríamos que está cayéndose. Por supuesto, en vez de arreglarlo, han escombrado la entrada para que nadie entre, por el riesgo de derrumbe, tanto, que me pareció un horno de hacer picón).

Rio Lanjaron con el Cerro del Caballo al fondo
Durante el Siglo XVI se produce en Sierra Nevada una gran deforestación, llegando al extremo de que a principios del siglo pasado, concretamente en 1916, se informó que debido a este proceso, se producían grandes desperfectos, ahondando las aguas en las barranqueras y arrastrando con ellas piedras y grava, enterrando olivares en Dúrcal y El Padul, cerrando ojos de puente como el de Órgiva e incluso desplazando o enterrando pueblos como los de Bayacas o Carataunas debido a los corrimientos.

Para frenar esta acción se dictaría la Real Orden del 9 de Octubre de 1928 que encargaba al Instituto Forestal de Investigación y Experiencias redactar un proyecto; este sería aprobado por Real Decreto el 16 de Julio de 1929 y conllevaría la creación del Instituto Forestal de Lanjarón y la adquisición por parte de este de 2.500 hectáreas con una cota de altitud de 3.200 metros.

Este proyecto proponía escalonar la vegetación con distintas especies vegetales para observar los resultados (y evitar así la deforestación). A este escalonamiento iría también aparejado el de los refugios para albergar a los obreros y el personal facultativo.

Antonio y Nicolas en el paso con cadena


Una parte de la bajada la hicimos siguiendo el curso de una acequia de las muchas que hay por toda la sierra, ¡más de 550 Km! El primer documento conocido sobre repartos de agua, data de 1.139, no obstante su mayor avance no llegaría hasta los siglos del XIII al XV. Alguna puede ser de origen probablemente premusulmán, aunque su desarrollo e impulso se debe a los árabes. Muchas siguen hoy dando servicio, como la que estamos siguiendo para bajar, pero las más altas e inaccesibles están ya abandonadas. Impresiona pensar cómo, con los medios de la época, se podía siquiera llegar a pensar en hacer semejante gesta. La cantidad de mano de obra necesaria, los medios para subir materiales, los pocos meses al año en que se podía trabajar, la falta de oxígeno a tanta altura, la dura climatología, la inaccesibilidad de cualquier medio de transporte, etc, hacen que sea admirable el logro de conseguir semejante red hídrica. En cualquier caso, había lo necesario: piedras, mano de obra, mulas, y sobre todo, tiempo.


Los guardianes del refugio

Refugio del Caballo 

Tienen estas acequias un triple cometido para aprovechar las aguas del deshielo. Por una parte, el riego de bancales, en su gran mayoría abandonados, pero visibles muchos restos de antiguas terrazas y el riego de pastos de verano para poder subir el ganado a los borreguiles y vaquerías, el de surtir de agua a las localidades de abajo, y un sofisticado sistema de recarga artificial de acuíferos.

Bajando por la acequia

Desde el refugio Ventura bajamos varios kilómetros hasta la toma de agua de los helicópteros contra incendio, donde nos estaba esperando la mujer del taxista. Eran poco más de las siete de la tarde y el reto estaba conseguido. Habíamos recorrido la cresta de Sierra Nevada en tres días. Con un par, y con la insustituible labor de Borja interpretando el detallado mapa que nos guiaba.

Refugio Ventura muy deteriorado

El taxista le había dicho a su mujer que nos recogiese a las tres. Como se tarda una hora desde Lanjarón por carriles bastante malos, la buena señora había salido sin comer para estar con tiempo. No contaba con que su marido se había equivocado de hora y tuviese que esperar a que llegásemos más de cuatro horas y media en mitad de la nada y con mucho calor. Cuando llegamos, estaba de un humor excelente.
 
Llegada al coche
- “No preocuparos”, nos dijo, “he buscado unas moras y me las he comido, y después he encontrado una fuente y me hartado de agua”.

Qué gusto encontrar a gente así y qué lección de alegría de vivir.




Y al que haya tenido la santa paciencia de llegar hasta aquí, hay un enlace donde se puede ver el itinerario seguido: http://www.nevasport.com/phorum/read.php?10,2519383



Y por fin llegamos a Lanjarón, donde nos tomamos una merecidísima cerveza Alhambra Especial, cumpliendo, en su orden, las tres reglas de la montaña:

1º Volver, y volvimos.

2º Volver sin perder la amistad, y volvimos con la amistad ensanchada por el compañerismo y el esfuerzo compartido.

3º Subir a la cima, y no sólo subimos, sino que bajamos y subimos a otra, y a otra, y…